Senderos de historia

Se sabe que El Ejido tiene al menos 5.000 años de historia. Íberos, fenicios, púnicos, romanos habitaron nuestras tierras. El principal testimonio arqueológico de nuestro municipio es la Zona Arqueológica de Ciavieja, con una secuencia estratigráfica ininterrumpida desde el año 3.000 a.C. hasta el siglo IV d.C.

Te invitamos a recorrer el Paraje y la Reserva Natural de Punta Entinas-Sabinar para conocer su historia de torres vigías contra piratas, faros que alumbran las noches guiando a los barcos, antiguos cuarteles destinados a luchar contra el contrabando y los últimos vestigios de una de las mayores industrias salineras de España.

Hasta el mismísimo Conan anduvo por aquí, ya que Punta Entinas-Sabinar fue una de las localizaciones de la película de Conan el Bárbaro de 1982.

Murgi en Punta Entinas

Aunque no se han encontrado restos romanos importantes en Punta Entinas-Sabinar, podemos intuir que la ciudad de Murgi estuvo vinculada con la zona de litoral, por tener buenas aguas para fondear.

Punta Entinas-Sabinar se encuentra situado entre dos puertos romanos, el de Guardias Viejas y el de Turaniana, en Roquetas de Mar. Se han hallado, al menos, dos grandes concheros que demuestran que en sus costas se obtenía el color púrpura tan apreciado en Roma. Este tinte se extraía de moluscos como la cañailla o búsano.

Los romanos extrajeron sal de Punta Entinas y de Guardias Viejas para producir salazones y la salsa garum. También se sabe que cazaban flamencos por su lengua, considerada como un manjar por ellos.

Vestigios de Sal

La industria salinera, en el Campo de Dalías, ha jugado un papel crucial en la economía local a lo largo de los años, aunque su mayor explotación se centró en el siglo XX. De aquellos tiempos nos queda un patrimonio industrial, compuesto por las casetas del motor elevador, del cable estante, el canal de las almejas, un molino, las casas de los trabajadores y un almacén de sal que podrás conocer si recorres los cerca de 5 km del Sendero de las Salinas de Cerrillos.

Las salinas se explotaron hasta 1989, fecha en la que se protegió el Paraje. Curiosamente, el fin de la industria salinera tuvo en un principio un efecto negativo, ya que se perdió una gran superficie de la lámina de agua, y muchas especies avícolas dejaron de utilizar este lugar como zona de alimento. Sin embargo, el paso del tiempo y su situación estratégica, han convertido sus charcones en uno de los rincones con más biodiversidad de la provincia, por la gran cantidad de especies que aquí descansan en sus largas rutas migratorias.

Los vigilantes mudos

El mar trajo a los fenicios, cartagineses, romanos así como el comercio, la cultura y el crecimiento. Pero también llegó el peligro, por lo que se tuvo que construir una línea de defensa del litoral.

Es larga la lista de piratas y corsarios que atacaron nuestras costas para robar la sal y secuestrar vecinos para pedir su rescate. El más temido de todos fue Hayreddín Barbarroja, con su hermano Oruch y sus tenientes Dragut, Sinan y Drub el diablo. En los tiempos en los que nuestras tierras pertenecían al Reino Nazarí, el sultán Yusuf I fortificó el litoral con torres o atalayas. En 1575, Felipe II mandó construir unas nuevas baterías de torres y fortificaciones y entre ellas se encontraba el Castillo de Guardias Viejas, la Torre de Balerma, la Torre de los Cerrillos y la ya desaparecida Torre de las Entinas, sumergida bajo las aguas.

Un guardián en la noche

A lo largo de la historia han sido numerosos los naufragios producidos en las costas de Punta Entinas-Sabinar, pero hasta 1863 no se construyó el primer faro, que dejó de funcionar en 1915 por quedar seriamente dañado a causa de un fuerte temporal. Sus restos hoy descansan bajo las aguas del mar.

El faro actual se construyó en 1926 con los restos del primer faro, un poco más hacia el interior, para no volver a sufrir la furia del mar.

Si hay una familia vinculada al Faro del Sabinal, esa es la familia Gandolfo. Durante más de 81 años, algún miembro de esta familia estuvo sirviendo en el faro.

Antonio, el primero de la saga familiar, entró en el Sabinal como farista en el año 1909. Le sucedieron sus hijos Eustaquio (en 1933), Antonio (en 1947) y Luis (en 1975), y su nieto José Luis, entre los años 1986 y 1990.